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“TOC TOC”. LA COMEDIA TOCÓ MI PUERTA

“TOC TOC”

Y allí estaba yo, dirigiéndome con ganas de cantarles las cuarenta a la que sería la séptima vez que me hacían levantar del sofá, a aquellos individuos que se encontrasen detrás de la puerta. “¿Para qué?” Para venderme alguna religión, aspiradora mágica o para decir que debo millones de euros a alguna identidad que ni siquiera tenía noción. 

“TOC TOC” 

Pero allí estaba yo, pisando cada vez más fuerte hasta la puerta. Los 23 pasos que separaban el sofá de la puerta fueron los suficientes como para darme cuenta de que estaba enervado. Me paré a medio camino para relajarme y poder concentrar las palabras de rabia a quienes se encontrasen detrás de la puerta. 

“TOC TOC”

Me quedaban 2 pasos, sin previo aviso y al compás del segundo “TOC” les abro con toda la fuerza del mundo a quienes se encontrarán detrás de la puerta. <<¡Qué no quiero nada!>> fue mi arrebato de rabia frente a la bombona de helio con tres globos inflados que se encontraban frente de mi. Atónito tardé unos segundos en darme cuenta de que había una carta atada a uno de los globos. 

<<¡Inhalame!>> decía la carta. No entendí, a lo que se refería. No me lo tengáis en cuenta, acababa de despertarme de una siesta de 4 horas y aún me estaba acostumbrando a la luz natural del día. Tardé otros segundos, o fueron 10 minutos, todo muy confuso hasta darme cuenta de que la acción de “Inhalar” iba directamente referida a los globos que se encontraban atados a la bombona. Me di cuenta porque en el texto de la carta, acompaña unos enormes emojis de globos. 

Así que sin mucho plan que hacer durante lo que quedaba de día, decidí hacer caso de una carta anónima, antes que mis quehaceres diarios e inhale el aire del globo. Nada ocurrió de buenas a primeras. Volví a inhalar y nuevamente nada. Con la rabia que tenía acumulada dentro. No solo por haberme despertado de mi descanso, sino por haber inhalado algo antes de llenarme el estómago con algo sólido, grité a los cuatro vientos un insulto que no me gustaría replicar aquí. Lo sorprendente de todo fue el silencio que ocasionó en mí los segundos venideros. 

De mi boca salió una voz de pito que ni siquiera yo estaba preparado para escuchar.Y que fue irreconocible directamente. Fue tan mi sorpresa que automáticamente entre en un bucle de risa, que si mis vecinos me escuchasen llamarían directamente a la policía a que me arrestaran por “alteración de los decibelios de la comunidad”.

Y así durante 3 horas. Inhalando, exhalando frases inconexas y riéndome hasta que me doliera la barriga. Y repitiendo el proceso en bucle. Sin quererlo, ni beberlo la comedia había tocado a mi puerta. Viniendo para quedarse. 

Lo único que aún sigo dándole vueltas es que fue el ilustre cómico que me dejó dichos globos en la puerta de casa. Solo espero que esté repartiendo risas por el mundo, como lo hizo conmigo.

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