Metallica, Nirvana, Pink Floyd, Mojinos Escozíos… Muchas fueron las bandas que me inspiraron para formar de una vez la mía propia. No fue una música en concreta, ni en un día especial. Simplemente grite a los cuatro vientos a un par de amigos: ¡QUIERO FORMAR UNA BANDA! y de los cuales, solo uno se quiso animar… Así que, después de una interminable discusión, dos partidas al piedra-papel y tijeras y tres tiradas de cara o cruz, mi compañero fue el primero en escoger sus instrumentos, una decisión que no le fue nada difícil: La voz, ya que el la tenía; el triángulo y la guitarra. Mientras yo, como desde pequeño tenía una obsesión por la película «Big», me decanté por ser: ¡Teclista! Y claro está, las voces (en este caso, voz, ya que solo éramos un dúo) que iban a acompañar nuestras canciones.
[Salto temporal de 2 años aprox.]
Allí estábamos, el dúo con un grupo sin nombre dos canciones y un público de 5 personas. Eso si, las ganas de tocar algo infinitas y un miedo espantoso. Es verdad que el haber hecho una prueba en la cena de Navidad frente a unos cuantos familiares, nos dio de primera mano las vibraciones que podía tener un concierto así. Para ser nuestro primer concierto y tener a penas 10 años, ya era un logro…
[Salto temporal 20 minutos]
Al cantante se le había acabado la voz en mitad del puente de nuestra primera canción, y aún estando e un local cerrado, el vendaval de afuera entraba por la ventana, sonando mejor que nosotros. Yo estaba lidiando con mantener las teclas correctas, mientras encarnizaba una lucha sin parangón alguno con un felino que iba y venía entre nota y nota. Y lo peor es que era el gato el que hacía que algo bien sonara del instrumento.
[Salto temporal de 10 minutos]
«Los vientos gatunos», el grupo musical que dio origen tras nuestra desgracia había sido creado. Por contrapartida, una amistad se había fraguado y un pavor hacia los gatos (de todo tipo de tamaños y colores) habíase dado lugar. Algo que nunca le perdonaré a mi compañero, ya que el gato era de su vecino, que al mismo tiempo era un primo tercero, que no me caía bien. Pero esta es otra historia.
[Salto temporal de 2 minutos]
Mi miedo hacía los gatos había dado lugar, y a los gatos que consiguen sacar tus pasiones adelante y frustrar sueños, aún más. Solo espero encontrar las fuerzas voluntad de un día retomar la pasión por mi segundo instrumento favorito, el Theremín!
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