[Tiempo de lectura: Lo que se tardaría en rascar el arroz quemado de una sartén mediana]
Y sin quererlo ni beberlo, hemos llegado a 1 de junio… Y con ello nuevos proyectos, nuevas decisiones y nuevos caminos se están dando a conocer en lo que llevamos de año. Y para celebrar, siguiendo un poco el patrón del anterior post, el cual me gustó poder compartir esa «minerrima» parte de mi por aquí, he decidido hacer algo igual, pero diferente (dejo aquí el post, que esto a sr. Google le gusta mucho)*.
Llegó el momento de destripar, despedazar, liberar, soltar, mostrar y todo lo que pueda terminado en -ar con intención de poder compartir un trozo de mi a vosotros. Queriendo hacer un repaso de mis 32 patos a partir de 140 caracteres o menos. ¿Seré posible de resumir casi una vida en poquillas palabras? ¡Hagamos el test! (y sin querer sonar a clickbait)… ¡El resultado os sorprenderá! Empecemos:
Año 0. ¡Nací! supongo que muchos gritos, llantos… y alegría (¡o eso espero!). Tendré que confirmar esa parte de la historia.
Año 1. Año muy difuso. Primeros encuentros con gente que apenas conocía. Como no quería hablar con ellos, ¡lloraba y cagaba!
Año 2. He vuelto a nacer. Un jarrón de agua fría para la familia. Pero mis seres queridos son de sangre caliente. ¡Agradecido!
Año 3. Segundos primeros pasos. Volver a leer mi propio manual de instrucciones para saber como yo funcionaba, ¡todo un reto!
Año 4. Creo reconocer caras y balbucear cosas, pero seguramente fueran gases. Pinté con éxito el techo de la cocina de puré.
Año 5. ¿Qué es eso que me cosquillea los dedos al pisar, tiene sabor a piedrecitas y textura rugosa? ¡Primera vez en la playa!
Año 6. Aprendo a decir gasolina… ¡Toda mi vida diciéndolo mal! Pero esta ya es una historia para Marcguffadas.
Año 7. Se que me tienen que hacer una intervención. Pero me han regalado mi cinta cassette favorita, ¡Así que ni tan mal!
Año 8. Nos mudamos… ¿De casa? ¿De ciudad? ¡De país! Yo contento, fui comprado con Gogos para no quejarme durante el viaje.
Año 9. Nueva ciudad. Nuevo colegio y a mi me habían puesto el mote de “Chulo-playas”. Yo pensaba que era un tipo de Rissotto
Año 10. Y vino el primer beso. Labio con labio. Y no, no era frente a un espejo. Siempre lo recordaré (¡no lo del espejo!)
Año 11. Siempre me acordaré de ese florero para el “Día de la Madre” que olía a cigarro. ¡La profesora lo hizo por mí!
Año 12. Empiezo a cantar “Baila Morena” de Zucchero equivocadamente. Y así, hasta el día de hoy. (Revisad post anterior aquí)*
Año 13. El año de la hostia. Cuando te das cuenta de que no puedes ir quejándote de la vida por nada. Aprendizaje de los necesarios.
Año 14. Lo de llegar tarde a todo ya es algo intrínseco a uno. ¿Qué debía decidir qué estudiar? ¡Por qué nadie me lo dijo!
Año 15. Aquí descubrí lo que podía ser la paciencia. No de mi a los demás, sino de los demás hacia mi.
Año 16. ¡Pues los planetas se han alineado! A quien han engañado para cogerme como becario administrativo. Aprendí… ¡Y muito!
… Y ya llevamos 16 años de mi vida se dice rápido (ddddddiiiiieeeeeciiiiiisssseeeeiiis). Como no quiero atosigar en mi blog hablando de mis cosas, dejaré la última etapa de mi vida (creo que la más intensa, y posiblemente la más interesante) Para una segunda parte.
Espero que os haya gustado y si no, enviadme una carta de reclamación en la dirección adjunta…
¡Hasta la próxima!
Anotaciones a pie de post
* Siendo la palabra «aquí»** la que lleva el hipervínculo del post
** Este aquí*** entre comillas no lleva ningún tipo de hipervínculo.
*** Este tampoco lleva a ninguna parte.
· 01 JUNIO 2021 ·
MRC RCDR
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