No todo sale según lo esperado. De hecho, nada sale como uno quiere. De hecho, al final puede que la situación salga según de imaginaste, pero todo el transcurso de los acontecimientos una frase, un ínfimo detalle tuvo lugar de manera diferente a la que imaginaste. Pero al final, te escabulles de un desastre y sale bien. O al menos es un aprendizaje.
Si ponemos en práctica todo ello, podríamos decir que es mi vida. Una recopilación de sucesos totalmente aleatorios que dan lugar a un maravilloso resultado, que desde hace poco abrazo con todo el amor del mundo. Así soy. Y menuda felicidad. Y no es menos cuando hay una fecha tan importante como realizar el examen de conducción. El práctico para ser más exactos.
Con un tesesito y en un curso que lanzaré para miembros exclusivos de mi escuela, ya explicaré con calma la odisea que fue sacar el práctico, pero ahora estamos en una historia que se tardó 31 años en cerrarse y aún la recuerdo con mucha nostalgia.
Debo poner en antecedente que el sacar el coche no era algo que se encontraba en mis planes de vida, a corto plazo, pero me parecía como una pantalla de tu juego de plataforma favorito, y tal como un reto a demostrarme. Ya que me habían comentado que mis practicas de coche iban a ser con un coche adaptado con toda la parte electrónica conectada a un mando que iba sujeto al volante. Me parecía lo más cerca que estaría de ser un Transformer.
Allí me encontraba la noche anterior del examen, de coche, ya que no había comentado que ese mismo día tenía un exámen médico que me exigían trasnochar y realizarlo a primera hora de la mañana. Mientras que el del coche era por la tarde. Así que calendario organizado y falta de sueño implementado.
El sueño menos 2 y el consumo de café más de 9000.
No tardé mucho en ponerme en el mood de conducir, la verdad me gustaba. No se encontraba en el Top 300 de cosas que me gustaban realizar en un día entre semana. Pero disfrutaba el trayecto con el coche. Cuyo trayecto ya había realizado más de 300 veces en mis más de 70 clases pagadas en el momento. Saludo con un cordial gesto de cabeza a mi profesor y examinador. Ellos ni caso. Entra a pilotar el coche otro alumno que sue conmigo. Creo recordar que realizó 10 minutos y lo hicieron parar, no me di cuenta si había hecho bien o no. Yo me encontraba con mis entrenos de mandíbula y gesticulosidad.
Mi turno, la verdad es que los primeros 45 minutos fueron muy bien y en mi cabeza ya me veía con la medalla y el carnet en mano (creía que te daban una medalla tras aprobar el examen práctico, que iluso yo). Pues según mis interpretaciones de examen, ya estaba terminado el examen y el escenario que veía yo en mi mente era un campo de flores y todo el mundo bailando detrás de mí con una felicidad encima jamás vista. Hasta que la realidad me hizo volver al presente. una sola palabra nunca me daño tanto como la que me dijo mi profesor de más de 50 clases. Que fue: LUCES!!
En este momento, de vuelta a la carretera y casi oscuridad. Sí, estábamos pasando por un túnel y las luces del coche no estaban en modo automático. Sudor frío. En mi, no el coche y empecé a apretar todos los botones de ese mando anclado en el volante. Con desesperación que todos ellos encendieran las luces a la primera y nada más que las luces. Y así fue, en otro plano universal. Ya que en el que cuento yo, empezaron a saltar intermitentes, agua y por poco la bocina del coche. Mi automóvil parecía en ese momento una discoteca que viajaba de pueblo en pueblo a alegrar el corazón de los habitantes que allí vivían.
En ese momento todo lo que se veía con colores pasó a grises con la frase del examinador de cuando gires aparcas. La casualidad es que, justo esa curva era el fin de mi trayecto y el de las decenas de alumnos que terminaban la clase de conducir. Llegaste a tu destino, pero por los pelos.
Qué lástima cuando lo que ya sabía me confirmó mi profesor. Esta vez has cateado, pero la siguiente seguro que apruebas. Tardé 5 veces más para ello. Ya dictamina el dicho: “A la sexta va la vencida”.
Así pues, no aprobé el carnet de conducir a la primera, pero por suerte si aprobé el de sueño, con excelente nota. Ya que me desperté media hora antes de empezar el exámen práctico.
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