THE MARCGUFFIN'S ROOM

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CUANDO EL TIEMPO FRENÓ. PUDE ESCUCHAR

Después de 2 meses sin ni siquiera pisar mi hogar, por fin pude alejarme de ese ruido infernal llamado ciudad. Necesitaba tiempo para mi, así me lo exigía mi cuerpo, si no en algún momento que otro iba a explotar.

El agua tenía un efecto sanador en mi. Muy bien sabia mi cuerpo.

Tres respiraciones profundas e iba a estar como nueva. Así me lo hice creer. La única ingesta de alimento de los últimos meses fue poco más que algo de pan de centeno y lo que cayera en mis manos. El tiempo pasado parecía eterno. Me miré al espejo y me asusté por lo que vi, como si un pelotón con sus fusiles me hubieran estado apuntando para hacer cumplir todos mis objetivos.

Yo siempre mirando por y para los demás. Pero que bien ese momento de relax entre tanto caos.

Estoy teniendo una conversación con mi yo de once años. Cuanta falta me hacia. Allí se encontraba, sentado en su pupitre con esa cara de buena chica. Tragando todo y no diciendo nada. Pero por fin lo entendí todo.

Otro sorbo a mi vaso de agua, que noto recorrer hasta el estómago todo resquicio de agua que me lleva a un estado que nunca pensé que llegaría.

Todos mi otros «Yoes» estaban allí. Queriendo hablarme. Pero sin poder comunicarse. Tampoco hacía falta. Porque ya me estaba perdonado. Todo el daño que me había hecho parecía que estuviera sanando. Y no fue una cosa de la noche a la mañana. Sino ha sido un largo proceso que llevaba tiempo fraguándose, como si todos aquellos Manteles Heridos que alguna vez me dieron cobijo, por fin se unían para poder curar todas mis heridas abiertas.

Por fin me estaba escuchando.

Por fin me entendía.

Ahora tocaba demostrar al mundo toda mi lucha.

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