Hoy se ha vuelto todo un poco más oscuro. No por el tiempo, no por el incremento del precio de la luz. Hoy todo está un poco más apagado.
Es encender la tele y al minuto me vienen unas ganas tremendas de tirarla por la ventana. Abro el diario y con una cerilla le prendería fuego a cada una de las páginas. Sin olvidarnos del deslizar de los móviles cuando entras en cualquier plataforma digital. Hay una generación que ha tenido que aprender cómo se hace, y otra que ha nacido con un dedo en la pequeña, gran y mediana pantalla.
Hoy es un día algo más apagado. Todo son malas noticias, y aún siendo lo mucha de la realidad que vivimos en nuestro día a día, también vivimos rodeados de cosas buenas. Pocas, pero buenas. Aunque lo malo vende más, y nos hace vivir continuamente con la ansiedad que nos querrán vender al siguiente día. Para despertarnos con un poco más de miedo e ir a dormirnos tiritando con lo que nos inyectaran por vena el día siguiente.
Dar un paseo, bailar bajo la lluvia, releer un libro que te gusta o revivir un antiguo álbum de fotos físicas (si de esos que no se encuentran casi ya), son actividades que he aprendido a realizar para limpiar mi ansiedad y poder recuperar el tiempo conmigo mismo. Dejando de lado esas noticias que tan poco nos aportan. Luego lee los titulares, dicen algunos para estar atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero yo prefiero sentarme con alguien y que me explique lo que está cayendo afuera, aunque sea el último día en escuchar algo de alguien.
Ese momento, el de compartir, creo que es el que me hace despejar todo humo de alrededor. Un humo que ha estado allí y estará, pero no hace falta darle la bienvenida en tus momentos de luz.
… Y creo que con esto. Y despejando todo lo nublado del contenido. Creo. Solo creo. ¡Que ya estaríamos por hoy!
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