THE MARCGUFFIN'S ROOM

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¡EL DON DE DESCUBRIR DONES!

Eran más de 5.000 personas en aquel estadio. Todas con un solo objetivo, disfrutar del concierto del año. Una gala benéfica que hacían todos los artistas más reconocidos del momento, donde todo lo recaudado iba a ser destinado a la reconstrucción de la tierra cuando el calentamiento global acabase con toda vida humana. Acontecimiento que estaba previsto para dentro de 100 años.

Para mi, como amante de los conciertos, ese iba a ser uno más. Ya que era un poco más sibarita en los conciertos y me gustaba ir a verlos de manera individual. Aún a sabiendas que todo el dinero que recaudaran esa noche iría destinado a drogas y alcohol. ¡Qué más da son sus vidas, no la mía!

Fue bajo los efectos de las setas que descubrí que tenía un Don. «¡El Don de descubrir Dones!»

La decimosexta persona en pista, empezando por la izquierda fue la primera que detecte: Don Eustaquio, el VI. Consiguió el título tras abatir en un duelo a un viejo amigo. Como se comprobó posteriormente, la espada del ya fallecido a penas estaba afilada.

Más atrás, con dos «cubatas en mano» y saltando como si estuviera poseída: Doña Salvantina de Buenos Aires. Tras su decimoctavo cumpleaños le regalaron unas propiedades, pero por culpa del gestor los papeles firmados se traspapelaron y fueron enviados a una oficina de correo de Horta. En cambio, recibió el mismo título que ahora ejerce.

Y por último, pero no por ello menos importante, encima del escenario, el sonidista: Don Gil Berto Bürthz, el único con apellidos de alta cuna. Se encargaba desde los últimos meses, por voluntad propia, y como segundo trabajo de controlar las luces del festival. El título le fue otorgado tras salvar el hijo de un destacado príncipe. Era el responsable de controlar las luces en el decimo segundo cumple del casi electrocutado hijo. Tras salvarle le fue otorgado inmediatamente el título. El regalo del pequeño de la casa tuvo que retrasarse un año, y fue cedido para Gil Berto, ahora mismo conocido como Don Gil Berto.

Creo que ya se está pasando el efecto de las setas. En otra ocasión os contaré como perdí el Don de descubrir Dones y gané la habilidad de saber cuando mis compañeros de piso dejaron la llave del gas abierta.

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